Wanessa y Jorge no se habían visto nunca, pero el showroom de SwingMad fue el escenario perfecto para aquella primera vez.
Si dicen que los ojos son el reflejo del alma, no podríamos describir con palabras como es la de Wanessa. Dulce y exótica a la vez, con una melena que algunas querríamos tener -aunque fuera solo por un día- a la que daba vida una preciosa corona de True Romance Accesories y entre la que asomaban tímidamente unos pendientes dorados con forma de rombo de De Piedra Creaciones, diseñadores también de la pulsera en forma de golondrina.
Su piel angoleña se dejaba ver bajo el delicado encaje de Purity Ring, el vestido de Otaduy con el que cualquier novia querría casarse.
Jorge se encontraba a caballo entre lo urbanita y lo clásico, vestido por SwingMad con un chaleco tweed, un pantalón gris y la chaqueta de espiga azul marino que rompía con una camisa vaquera y una corbata de hilo de algodón color burdeos.
Esa tarde, las calles de Madrid que se convirtieron en un escenario solo apto para soñadores.